Los idiomas ofrecen numerosas sutilezas culturales y lingüísticas. Este artículo presenta las principales dificultades relacionadas con la traducción.
“Qué fácil es ser traductor: con saber inglés alcanza, ¿no?”… No. Uno no se vuelve traductor después de una estadía en algún país extranjero y sí, es más complejo que descifrar el menú de un restaurante en París. Llegó la hora de destruir los prejuicios sobre la traducción.
Traducir equivale a transmitir intenciones, sentimientos, mensajes implícitos y respetar al mismo tiempo las sutilidades y la belleza de las lenguas. Traducir significa encargarse de comunicar y ser también poeta. Antropólogo y lingüista. Sicólogo y escritor. Veamos ahora algunas de las dificultades relacionadas con esta hermosa profesión.
La polisemia
Usar un término en lo cotidiano no quiere decir que sea sencillo de traducir.
Por ejemplo, en América Latina: ¿cómo se puede ser un buen traductor en una región dónde una palabra tan básica como “fresa” en la mayoría de los países hispanófonos se refiere también a un adolescente de clase alta en México, un homosexual en Colombia, un presuntuoso en Ecuador y que Argentina llama este delicioso fruto “frutilla” ?
O peor aún, el “chucho” es la cárcel chilena, pero un perro en México y cualquier animal de compañía en España. Si uno se llama Jesús en Venezuela le dirán Chucho, en Guatemala los “chuchos” son golosos y en Honduras avaros.
Esto demuestra como una gran cantidad de palabras que parecen anodinas están en realidad repletas de connotaciones.
Los falsos amigos
Hablemos ahora de los famosos “falsos amigos”. ¿Cómo confiar en alguien que llama al peligro hazard y al azar chance? Los falsos amigos son términos que a priori se traducen literalmente pero que sin embargo tienen un sentido totalmente diferente.
En Gran Bretaña les recomendarán de ir a un physician si se sienten mal. Y en los Estados Unidos, no se sorprenda si el día de la entrega de diplomas lo inviten a la ceremonia de Commencement.
Los juegos de palabras y los chistes
La peor pesadilla para un traductor, son los juegos de palabras… Y debemos reconocer que algunos idiomas, como el inglés, los usan ad nauseam.
Para enfrentarse a ellos, el traductor dispone de pocos métodos para zafar: debe dejar lugar a la imaginación.
Y los chistes hacen reír muchas veces porque se refieren a la propia cultura. Aquí entra en escena (y no es un juego de palabra) la faceta actoral del traductor: debe encontrar algún equivalente cultural para su público meta sin traicionar el chiste original.
Veamos por ejemplo el ejemplo de Star Wars, cuyo robot es llamado originalmente: “R2-D2”, es decir un conjunto de letras y números equivalentes al modelo de una máquina. Pero la fonética original inglesa hizo que la traducción castellana sea “Arturito”, un nombre más carismático para el público latino.
Lamentablemente, la traducción perfecta no existe y a veces sucede que el traductor deba aclarar el chiste en detrimento de su comicidad.
Y… ¿qué fácil es traducir?
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