Cuarto artículo de una serie que aborda la vida secreta de un animal discreto llamado “traductor autónomo”… Mario, traductor con grandes ideales.
Mario, quien colabora como traductor español francés con nuestra agencia de traducción en París, aceptó responder a nuestras preguntas. Después de los traductores David, Ana y Marjorie, nos habla de su relación con su trabajo, en el marco de un servicio de traducción.
¿Qué le gusta del trabajo de traductor independiente?
Hace algún tiempo, leí a alguien que decía: “Trabajar en forma independiente me da la flexibilidad de entrar en pánico cuando quiero, por la inestabilidad de mi trabajo”. Me pareció bastante raro… Hablando en serio, adoro este trabajo, por lo tanto, hay necesariamente varias cosas que me gustan. De hecho, para mí, si lo pienso, hay dos conjuntos de razones para amar este trabajo: razones ideológicas y razones pragmáticas.
Comencemos por las razones que usted llama «pragmáticas». ¿Cuáles son?
Por ejemplo, el hecho de trabajar desde mi casa: en mi escritorio, en mi silla, con mi taza de café, mi heladera cerca, el gato en mi falda… Esto puede representar un desafío, a veces, cuando la vida privada (pareja, amigos, familia, etc.) intenta inmiscuirse en el espacio de trabajo, pero hay que aprender a poner límites. Además, está también la ventaja de los horarios: si bien es cierto que mis jornadas están cargadas, lo están a mi ritmo, según mis ganas o mis necesidades.
¿Y qué ocurre con las razones “ideológicas” que mencionaba?
Bien, tal vez pueda parecer un poco hippie e ingenuo, o tal vez presuntuoso, pero me gusta la idea de acercar a los pueblos, permitir que la gente que no se comprendía pueda hacerlo, que ideas que sin traductor habrían quedado encerradas en un país o región puedan ser difundidas… Además, traducir es colaborar para la preservación de las identidades culturales, sin por eso transformarse en proteccionista, reaccionario o nacionalista. En mi opinión, en todo caso, la traducción permite luchar contra la uniformización y la homogeneización cultural del mundo.
También debe haber cosas que no le agradan mucho, ¿verdad?
Sí, por supuesto… como en cualquier relación, hay en el otro esos pequeños detalles que nos molestan. Pero, en este caso, las ventajas superan ampliamente a los inconvenientes.
Es decir, ¿para proponer un servicio de traducción, hay que estar «casado» con su trabajo?
No, no creo… Por supuesto, es un trabajo que puede ser muy absorbente y muy exigente en cuanto a horarios y a flexibilidad, con fines de semana de encierro, noches sin dormir… Pero, justamente, el hecho de poder trabajar en la casa permite conciliar bastante bien, según mi experiencia, vida profesional y vida privada.
¿Y cuáles son los “inconvenientes” que mencionaba antes?
La flexibilidad es un arma de doble filo: muy agradable cuando puedo decidir irme de vacaciones o no trabajar un martes, pero ya no tan agradable cuando se debe trabajar toda la noche para terminar un proyecto o cancelar una salida con amigos, prevista para el domingo… De manera general, el clima de urgencia en el que vive permanentemente el traductor puede ser bastante duro de soportar. A veces, quisiéramos que el cliente nos dijera: “Oh, tómese su tiempo, no es urgente”. Pero eso, nunca me ocurrió…
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